26.5.09

Un tiro de coca. Y luego otro de los de verdad.
Bang.

16.5.09

Camina sin rumbo, entre hippies que sueñan con Woodstock y poetas que luchan con las páginas en blanco de sus Moleskines. Suenan acordes rotos de canciones olvidadas, el próximo Dylan toca la armónica y tararea la nueva canción de moda de la que sólo se hablará a susurros entre los veintitrés oyentes de una estación de radio underground. En una esquina alguien parodia a los Python

- ¡Y llevará una espada de nueve filos! ¡No de dos, ni de cinco, ni de siete, sino de nueve! ¡Y la empuñará contra todos los pecadores! Como ése de ahí que me está mirando.

Unos metros más allá se recitan poemas de Ginsberg y de Whitman, y entre unos y otros se cuelan fragmentos de La Máquina de Follar. Y Drella no puede dejar de pensar que no es más que un peón en la gigantesca partida del universo en la que se hacen trampas por ganar. Una de tantos que ha caído en la gran broma cósmica. Quizá, podría comprar karma de segunda mano. Quizá. A alguien de los que deambulan sin rumbo y acaba, sin querer, en frente del estanque de los patos. Quizá vendan algo en el mercado negro, a mitad de precio y con un par de corazones rotos de regalo. O podría mirar en Ebay.

10.5.09

- Así, quieta, no te muevas.

Uno, dos, tres. Quieta y desnuda bajo la luz roja del estudio. Cuatro, cinco, seis. Esperando al flash mientras oye el tililar de la bombilla. Tenía que cambiarla. Siete, ocho. La respiración de David mezclándose con la suya propia, más agitada de lo que debería. Nueve. Polux jugando con una pelota que ha encontrado Dios sabe dónde. Diez. Sonríe.

Flash.

- Te había dicho que no te movieras.

7.5.09

Drella tiene 20 años. También tiene dos gatos siameses, Castor y Polux. Los dos odian a toda la gente que no es Drella. Drella odia a toda la gente.

Los martes Drella coge el metro hasta Sol, línea 1 sin transbordos, y les regala sonrisas a los chicos que tocan la guitarra. A veces, también les da un puñado de monedas huérfanas que están en su monedero de okupas.

No le gusta la gente, pero le gusta la música.