16.5.09

Camina sin rumbo, entre hippies que sueñan con Woodstock y poetas que luchan con las páginas en blanco de sus Moleskines. Suenan acordes rotos de canciones olvidadas, el próximo Dylan toca la armónica y tararea la nueva canción de moda de la que sólo se hablará a susurros entre los veintitrés oyentes de una estación de radio underground. En una esquina alguien parodia a los Python

- ¡Y llevará una espada de nueve filos! ¡No de dos, ni de cinco, ni de siete, sino de nueve! ¡Y la empuñará contra todos los pecadores! Como ése de ahí que me está mirando.

Unos metros más allá se recitan poemas de Ginsberg y de Whitman, y entre unos y otros se cuelan fragmentos de La Máquina de Follar. Y Drella no puede dejar de pensar que no es más que un peón en la gigantesca partida del universo en la que se hacen trampas por ganar. Una de tantos que ha caído en la gran broma cósmica. Quizá, podría comprar karma de segunda mano. Quizá. A alguien de los que deambulan sin rumbo y acaba, sin querer, en frente del estanque de los patos. Quizá vendan algo en el mercado negro, a mitad de precio y con un par de corazones rotos de regalo. O podría mirar en Ebay.

3 comentarios:

Dara dijo...

Que pruebe en el estanque; la gente suele tirar cosas que cree que ya no sirven para nada. Pero todo es cuestión de secarlas un poquito, y curarles los mordiscos de los patos. Igual hasta hay karma y todo, quién sabe.



un miau escondido dentro de una moleskine, bonita :)

Cesc Sales dijo...

Los rastros de segunda mano, o tercera o cuarta son deliciosos

Roxy Varlow dijo...

Yo tengo una moleskine y son un amor (:
Los corazones rotos no están en ebay, se van volando como aviones de papel esperando caer en los pies de alguien que los mime.